"Lo último que quiere una empresa es gente poco activa"


La crisis económica actual está afectando a todos los sectores y, cómo no, el tecnológico no podía ser menos. España es el país de la Unión Europa con mayor tasa de paro: cerca de un 20% (casi el doble que la media europea). En apenas unos años, encontrar un puesto de trabajo en el sector de la tecnología/informática se ha vuelto una misión casi imposible. Sergio Rodríguez es Ingeniero Técnico Informática; cuando empezó a buscar trabajo, hace cerca de tres años, las empresas prácticamente acudían a las escuelas universitarias en busca de alumnos a punto de acabar sus estudios. Este fue su caso; sin siquiera haber terminado su carrera, se incorporó a la plantilla de una gran compañía, una de las líderes del sector. Sergio Rodríguez detalla hoy las dificultades por las que pasa un sector, el de la ingeniería, que, hasta ahora, se había considerado invulnerable a las subidas de la tasa de paro.


- Lleva cerca de tres años en el mundo laboral, ¿Cómo consiguió su primer contrato en aquella época?

- Parece mentira, porque ha pasado muy poco tiempo, pero, antes, eran las propias empresas las que hacían procesos de selección en la propia universidad. Yo estaba cursando mi último año de Ingeniería Técnica Informática y una gran empresa se puso en contacto conmigo a través de una página web de búsqueda de empleo. Tras una pequeña entrevista me ofrecieron un puesto de trabajo en Madrid: seis meses de formación y la posibilidad de un contrato indefinido al acabar las prácticas. Sin tener el título de Ingeniero Técnico, había conseguido un puesto de trabajo en una de las empresas de informática mejor valoradas a nivel internacional.




- ¿Considera que la oferta de trabajo en su sector ha disminuido desde que se incorporó a él?

- Por supuesto; como acabo de comentar, hace apenas tres años había trabajo incluso para la gente que no tenía titulación. Hoy, la empresa para la que trabajo ha reducido considerablemente su plantilla. Además, no se contrata apenas gente sin experiencia laboral demostrable. Por otro lado, el movimiento de personal entre empresas era continuo; se peleaban por los mejores.

- ¿A qué se refiere exáctamente?

- Mi primer trabajo fue para una gran empresa. En el momento en el que conseguí un contrato dejé de buscar trabajo; estaba a gusto en mi compañía. Sin embargo, sin saber cómo, cada cierto tiempo empresas de la competencia contactaban conmigo preguntándome si quería formar parte de sus filas.

- ¿Y cuál solía ser su respuesta?

- Yo no tenía ningún interés en cambiar de compañía: mi trabajo estaba bien pagado y el clima en la empresa era bueno. La mayoría de ofertas que me llegaban mejoraban mi salario de entonces, pero no merecía la pena. Un día llegó una oferta de una compañía que, además de un salario mejor, me ofrecía grandes oportunidades de progresar en el trabajo: nuevos retos y posibilidades reales de ascenso. Ahí me rendí y cambié de trabajo.

- Con la experiencia que da el paso del tiempo, ¿Ha merecido la pena el cambio?

- Sin duda. La empresa para la que trabajaba sufrió mucho más la crisis que la mía; sufrió un gran proceso de regulación laboral. Lo bueno de trabajar en una multinacional es que presenta una resistencia mayor a los problemas económicos. Tiene una cartera de clientes más diversificada y, si alguno de ellos falla, puede subsistir gracias al resto.

- ¿Cuál cree que fue el motivo de que su primera empresa sucumbiera a la crisis?

- Como ya le he dicho, la falta de diversidad de clientes fue decisiva. Nosotros no nos dedicábamos precisamente a hacer páginas web a pequeñas empresas. Nuestros principales clientes eran los bancos y, a pesar de que ellos apenas han sufrido la crisis, han retirado muchos de sus proyectos. Si tu economía se basa en cuatro grandes clientes y dos de ellos te abandonan, te ves forzado a prescindir de la mitad de la compañía. Es duro, pero es así.

- Renovarse o morir: ¿Se atreve a aventurar alguna medida para que el sector salga de la crisis?

- Es difícil. No soy un experto en economía ni en administración de empresas. El gobierno dice que el fin está cerca, y eso está aún por ver. Creo que la crisis es como una gripe que hay que pasar. No se puede curar, pero se pueden tomar medidas para reducir los síntomas. Los ERE no son una buena salida para los trabajadores (pero, en ocasiones, es la única). Hay que saber sacrificarse por la empresa: hacer horas extras e incluso asumir responsabilidades que, en principio, no deberían de asumirse. Las empresas valoran mucho el compromiso que se tenga con ellas; quieren que tengas conciencia de pertenecer a ella, que seas capaz de sacrificarte y eso, al final, tiene una recompensa.

- ¿Daría algún consejo a quien se encuentre en la misma situación que usted hace tres años?

- ¿Buscando trabajo? Supongo que la solución pasa por formarse. Lo último que quiere una empresa es gente poco activa. Valoran mucho la formación en tiempos de crisis: si no puedes encontrar trabajo, intenta buscar un máster, un curso o simplemente aprende idiomas. Pero no te quedes en casa. Los jóvenes cada vez están más formados; hoy, quien más y quien menos, es Ingeniero Superior, está en posesión de un título o dos de máster y, además, domina dos o tres idiomas. A lo largo de estos tres años he conocido a mucha gente interesada en incorporarse al mundo laboral. Su principal problema, y espero que esto no se malinterprete, es su propio ego. He oído a muchos jóvenes decir: "soy Ingeniero Superior; he estado cinco años de mi vida en la facultad y no pienso trabajar por menos de 2.000 euros al mes". Esa no es la filosofía que buscan las empresas. Las grandes compañías quieren a gente que, más que preocuparse por las condiciones iniciales de trabajo, tengan visión de futuro. Muchas ofrecen contratos de formación de seis meses sin remunerar con posibilidades más que altas de pasar a formar parte de su plantilla al finalizar las prácticas. Aún así, es increíble cuánta gente rechaza estas condiciones.

Sergio Rodríguez es Ingeniero Técnico Informático por la Universidad de Oviedo y analista informático.